Yaiza Jiménez Psicología
Vivimos en una sociedad que continuamente demanda de nosotros, más velocidad para todo. Más velocidad para caminar por la calle, para conducir los coches, más velocidad a la hora de comer, más velocidad en el trabajo, más velocidad en la cola del supermercado y también en la charcutería, más velocidad a la hora de aprender y de emprender. Sin embargo, tenemos la extraña costumbre de no tener ningún tipo de prisa, para solventar aquellos conflictos que nos generan malestar en nuestro interior, dejándonos llevar por el orgullo, ese viejo amigo, que, aparenta traernos alivio, pero que en realidad no hace más que ahondar en las heridas y lastimarnos cada vez más.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de la urgente necesidad de perdonar ? A la necesidad de cerrar cada capítulo que nos ha herido en nuestra vida: relaciones torcidas con los padres, con los hermanos, con seres queridos, ex parejas, ex amigos, abusos, mentiras, desprecios, insultos quizá, un sinfín de situaciones, que en cada persona son diferentes y específicas, y que suelen acompañarnos incluso por años, mermándonos el estado de ánimo y restándonos fuerzas y energía. Nos referimos a la necesidad de soltar aquellos daños que nos hicieron ciertas relaciones, no como un medio de “ayudar” a la otra persona a sentirse mejor, sino como un medio para yo poder restablecer mi bien estar, sin cadenas, que me aten a un dolor, que ya he intentado solventar y no hay manera. Nos referimos a una decisión consciente, para dar un paso más en el proceso de recuperación después del daño, no es un sentimiento, ni un deseo, es una decisión que tomo conscientemente, con la intención de mejorar mi estado.
Perdonar es el arte de no desear mal al que te dañó, ni mucho menos buscar que tu ofensa sea compensada, simplemente, dejarlo ir. Es decidirse a dejar de vivir en el pasado. Es decidirse a romper con el ciclo de dolor y amargura que me ha generado cierta situación, y deshacerme del odio, dolor y resentimiento que me han causado.
Es una actitud, un estilo de vida, en el que intento no cargar con lastres, de relaciones torcidas, de daños en mis emociones, sino que suelto los daños que me hayan hecho, deshaciéndome del dolor que me produce el rumiar una y otra vez lo ocurrido. Al perdonar, lo dejo ir y evito que siga haciéndome daño.
“ Perdonar es una conducta libremente elegida de compromiso y determinación ” (Zettle y Gird, 2008).
Perdonar no implica necesariamente una reconciliación, sería lo ideal, por supuesto, pero no siempre puede darse esa situación, porque no siempre podemos esperar que la otra parte, esté tan interesada como nosotros en que haya esa reconciliación. Perdón tampoco implica amnesia, es decir, porque decidas perdonar, no vas a olvidar lo ocurrido, pero vas a conseguir que, aún recordándolo, el daño que te haga, sea cada vez menor. A veces basta con repetir en voz alta, o interiormente, “ yo perdono a tal persona por “esto” y por “esto” y por “esto”” solamente una vez, y a veces, es necesario repetirlo cada vez que viene el recuerdo o vuelve a pasar una situación conflictiva con la misma persona.
Por este motivo, hay que considerar que el perdón a veces es un paso, y otras veces es un proceso , depende mucho del valor que le doy a la persona que ha emitido el daño, de las circunstancias en las que se ha dado y del dolor que he sufrido como consecuencia de estas variables. Hay que tener en cuenta, que no siempre somos capaces de perdonar, automáticamente, como decía, a veces es un paso, y a veces es un proceso, ten paciencia contigo mismo, respeta tus necesidades y tiempos, pero no dejes de ver el perdón, como una urgente necesidad.
Pregúntate ¿Realmente vale la pena aferrarme a este dolor/rencor, o me está acarreando más problemas que beneficios? Porque, recuerda: “El resentimiento es como beber veneno y esperar a que mate a tu enemigo”
¿Cuándo debo pedir ayuda a un profesional? Cuando el daño que alguien te hizo, condiciona tus pensamientos, tus emociones y tus conductas, y después de haber intentado perdonar, no has obtenido los resultados deseados. Es urgente, que puedas deshacerte de todos los lastres, que te impiden caminar en libertad y ligero, hacia tus metas, hacia tu futuro, hacia todo aquello que estás construyendo en tu contexto y vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el bienestar emocional es un “estado de ánimo en el cual la persona se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a la comunidad”.
Una persona sana emocionalmente, no es aquella que no tiene problemas, ni angustias, ni preocupaciones, sino aquella que ha sabido mantener un equilibrio entre sus deseos y la realidad, entre sus proyectos y sus capacidades, entre sus necesidades y sus posibilidades, entre su dependencia y la relación con los demás.
Esto influye directamente en la autoestima, en la capacidad para afrontar situaciones estresantes o dolorosas y en la efectividad a la hora de buscar soluciones, así como influye de manera positiva en la capacidad para recuperarse ante la adversidad.
Algunas decisiones que podemos tomar para incrementar nuestro bienestar emocional:
· Toma tiempo para conocerte a ti mismo: tus virtudes, tus defectos, aquellas cosas que te afectan y las que te hacen sentir bien. En ocasiones nos cuesta identificar lo que nos ocurre y saber expresarlo correctamente. Saber percibir, entender y expresar correctamente nuestras emociones es fundamental para lograr el bienestar emocional.
· Aceptar la realidad: ocurren muchas cosas en el día a día que se escapan de nuestro control, algunas nos hacen sentir bien, otras nos presionan, estresan y/o entristecen. Aprende a aceptarlas, y a evaluar, según tus capacidades qué puedes y qué no puedes hacer ante cada situación.
· Identifica y rechaza los pensamientos disruptivos: En ocasiones somos duros con nosotros mismos y cada vez que nos equivocamos o cometemos un error nos fustigamos por el mismo, aprende a identificar esos pensamientos y a “tratarte con cariño”.
· Perdonar y pedir perdón: las personas a tu alrededor pueden fallarte e incluso hacerte daño, pero en tus manos está el perdonar la ofensa y no guardar dentro de ti el dolor y las emociones negativas que genera la falta de perdón en tu vida.
· Tiempos de calidad con personas: distribuye tu horario de tal forma, que en tu semana, haya tiempos de calidad con personas significativas, esto oxigena tu mente y tus emociones.
· Respetar horas de sueño: muchas veces creemos estar estresados o tristes, cuando lo que realmente nos ocurre es que estamos cansados. Edúcate para respetar las horas mínimas de sueño diario, influirá de manera positiva en tu bienestar emocional.
Y recuerda… Todos podemos enfrentar las dificultades con éxito si sabemos cómo, te damos herramientas y recursos, para enfrentar las dificultades con efectividad.